viernes, 16 de marzo de 2012

TIEMPO

Llega un momento, al final de la adolescencia en algunos casos, en que uno se pone a pensar, y de un momento a otro se da cuenta que su infancia se paso rápido, que ya es considerado un adulto, o una persona grande, y asusta pensar que ya se paso esa época cuando podíamos jugar todo el día, llenarnos las manos de barro y jugar a ser grandes. 
Ahora  miramos nuestra vida hoy y nos vemos como personas ocupadas, que casi no salen al patio de la casa, y nos preguntamos si seguimos siendo igual de felices que cuando eramos chiquitos. Yo creo que si, somos felices, pero de una forma diferente, de una forma que incluye mas responsabilidades, y una "mochila" de mas peso en los hombros.
Darse cuenta de esto puede despertar muchos sentimientos diferentes, como miedo, o una resistencia a crecer, y sentir que cada día que pasa duele, porque no podemos controlarlo, es como si quisiéramos alcanzar a alguien que corre y no llegamos nunca. 
Eventualmente la sensacion de encierro pasara, y nos sentiremos a la altura correcta nuevamente.