viernes, 19 de febrero de 2010

Espejo

Me miro al espejo y no me reconozco. No es la misma Yo la que mira desde el otro lado. Esta Yo es insegura, pero esconde sus miedos al mundo, aquella, es madura y segura de sí misma, y se muestra tal como es.
No soy yo.
¿Por qué siempre me estoy escondiendo? ¿Por qué no puedo simplemente ser como ella y mostrarme al mundo como mi único Yo?
Es la verdadera Yo la que me observa desde el espejo.
No.
Ella no está en el espejo. Cuando no la veo, ella no está presente, pero yo siempre estoy presente cuando ella no lo está.
Soy yo, la que mira desde el espejo, y es ella la que vive la vida en la que me reflejo solo por momentos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Susurros para nadie

Laguna tranquila.

Los árboles se esconden bajo la nieve.

Soledad.

Una paloma, a lo lejos, su cu-cú.

Silencio.

El viento barre las hojas.

Un manto blanco aísla todo.

Nada se distingue, todo es igual.

Tristeza.

Aliento de sueños incumplidos.

Lágrimas acumuladas.

Sentimientos escondidos.

Errores, que fueron sin quererlo,

que buscaban algo bueno.

El viento.

Susurros en el viento.

Susurros para nadie.

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miércoles, 10 de febrero de 2010

Bajo el agua

De alguna forma extraña este mundo ajeno y extraño se convirtió en su hogar.

Ella es un es náyade que proviene de los lagos y ciénagas peligrosas.

La multitud de hombres y mujeres que la rodean se divierten dentro de una pileta llena de agua. La pelota es arrojada, va a golpearla en la cara.

Inconscientemente se zambulle, su cuerpo se hunde lentamente hasta tocar el suelo de plástico celeste. Con suavidad se sienta sobre él, la sensación de paz que le otorga el agua regresa a ella luego de muchos años de aridez. Debe volver a la superficie, los que la rodean aún confían en su naturaleza humana, no arriesgara su secreto cuando le quedan tan pocos años de exilio que ya puede sentirse en casa otra vez.

Con rapidez estira las piernas para impulsarse fuera del líquido, pero no responden. Finalmente lo logra con ayuda de sus brazos, pero lamentablemente, ha pasado demasiado tiempo, y corre riesgo de ser cuestionada.

Pronto olvida las preocupaciones, debido a que el tiempo de los hombres corre más lento que el suyo, y solo han pasado tres segundos desde que se sumergió.

No permitirá que su naturaleza se revele a los ojos de los humanos.

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sábado, 6 de febrero de 2010

Escapando de la fantasía.

La joven corre por el prado con el vestido de paño blanco flotando en el viento de la mañana. Las lágrimas que brotan con avidez de sus ojos caen frías y con delicadeza sobre sus mejillas rosadas. Esta huyendo, se aleja e las ataduras, de los compromisos que implica la vida en la sociedad, y se dirige al bosque de los sueños donde las cosas se vuelven realidad para seguir creyendo y soñando con historias de fantasía, sin que nada ni nadie las interrumpa.

Sigue corriendo con la esperanza de llegar al lugar donde todo es real.

A lo lejos está el príncipe azul, montado en su caballo alado, tan blanco y brillante que enceguece, las hadas y gnomos de la tierra que se regocijan por su llegada, corriendo sobre la tierra humeda tan fina que no se siente al tacto.

Mientras corre se da cuenta que aquello no pertenece a la realidad, que los cuentos e hadas no son ciertos, y la vida que ella trata de abandonar si lo es. Continua su camino, pero ahora segura de lo que busca.

Su madre la despierta, es hora del colegio. Debe apurarse o llegará tarde a la realidad.

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viernes, 5 de febrero de 2010

Laberintos imaginarios

Caminando por el bosque vive, sueña, piensa, siente, y se da cuenta de que es una historia, que aún se está escribiendo, con todas sus complicaciones y soluciones, y que no puede evitarlo, que con quejarse de sus problemas no hace nada más que continuar con el hilo de la historia.
Mira al cielo, está empezando a llover  y el cielo se deshace en pequeñas gotitas saladas y calientes, los sapos aparecen fuera de sus cuevas y las ranas comienzan a cantar. Mientras tanto, anochece. El cielo se ve claro y azul, la luna brilla cerca, y se refleja en los charcos del camino. 
Ella está sola. Observa su entorno e intenta adivinar como continúa su historia, aquella que las Moiras, en algún lejano lugar fuera de la vista de los curiosos, tejen con hilos tan delgados que un mortal los rompería con solo mirarlos.
Llega al campamento con el viento, que susurra bajo sus dedos y mientras se deja caer en un colchón de hojas secas, se pierde en el laberinto de su imaginación.
Así, sumida en su propio trance, despierta
.

Felicidad

La piel morena del caballero resplandece en la oscuridad.
Ahora ella sabe que no necesitaría nada más que su presencia para ser feliz en su lecho de muerte, con su presencia bastaría.
Todo lo que lo rodea respira una atmósfera mágica. Una mano delgada seguida de una figura inmaculada la arrastra lejos de él.
Hasta el momento de su último respiro no apartó la vista de aquel que había intentado salvarla de una muerte en vano. Ella era feliz, mientras caminaba silenciosamente hacia su próxima morada. En ningún momento apartó los ojos de ella que, ausentes, ya no lo veían. Hizo girar su caballo y con un último suspiro se despidió de ella. En ese momento un dardo envenenado se clavó en su desdichado corazón que cesó de latir al momento. La guerra comenzaba.