viernes, 5 de febrero de 2010

Laberintos imaginarios

Caminando por el bosque vive, sueña, piensa, siente, y se da cuenta de que es una historia, que aún se está escribiendo, con todas sus complicaciones y soluciones, y que no puede evitarlo, que con quejarse de sus problemas no hace nada más que continuar con el hilo de la historia.
Mira al cielo, está empezando a llover  y el cielo se deshace en pequeñas gotitas saladas y calientes, los sapos aparecen fuera de sus cuevas y las ranas comienzan a cantar. Mientras tanto, anochece. El cielo se ve claro y azul, la luna brilla cerca, y se refleja en los charcos del camino. 
Ella está sola. Observa su entorno e intenta adivinar como continúa su historia, aquella que las Moiras, en algún lejano lugar fuera de la vista de los curiosos, tejen con hilos tan delgados que un mortal los rompería con solo mirarlos.
Llega al campamento con el viento, que susurra bajo sus dedos y mientras se deja caer en un colchón de hojas secas, se pierde en el laberinto de su imaginación.
Así, sumida en su propio trance, despierta
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